Pervigilium Veneris: Las vísperas de Venus.

10 ago 2010

Por Mariano Silva y Aceves.[1]


La traducción que hoy se publica tiene para mí el único mérito de ser la primera que posee la lengua castellana.

Tanto la fecha como el autor de este poema pagano son todavía en la actualidad problemas que la erudición latina no ha resuelto satisfactoriamente. De algún verso parece desprenderse que fue escrito para la víspera de una fiesta primaveral de tres noches en honor de Venus, pero la fecha de ese festival no se sabe.

Se ha supuesto que por hablarse de Hybla como lugar de la fiesta, el poeta era siciliano; también por sus galas retóricas se le ha hecho africano y aun se cree que sea el mismo Apuleyo; otros por analogía lo atribuyen a Annius Florus que vivió en tiempo de Adriano. Es en todo caso un poema de la época de decadencia cuyo latín tiene para algunos espíritus atractivos singulares.

Mr. Cecil Clementi, con una copia de los únicos dos códices en que nos ha llegado el poema, el Salmasianus y el Thuaneus o Pithoeanus de la Biblioteca Nacional de París, preparó una magnífica edición del Pervigilium con traducción en verso, introducción, apparatus criticus y notas, que vino a publicarse en Oxford en 1911. He sido afortunado en poderme valer de esta edición tanto para la traducción como para tener el texto latino después de una cuidadosa labor depurativa.


Mi traducción, como todas, empaña el original; pero en medio del abandono general en que tenemos la cultura antigua, representará algún esfuerzo. Y ojalá parezca bien que esta nueva revista literaria
[2] ofrezca desde sus primeras páginas una obra de seriedad en las letras y de alegría pagana en el espíritu.



Las vísperas de venus.


Ya viene la nueva primavera, la primavera que canta. En primavera nació el mundo y los amores se enlazan y los pájaros se juntan y el bosque ofrece su cabellera a las lluvias fecundantes. La que concierta los amores hará mañana que las cabañas reverdezcan con las ramas del mirto entre las sombras de los árboles. Mañana Dione dictará sus leyes desde un excelso trono. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.

Mañana será cuando el Éter primitivo haga las bodas para que el Padre pueda crear todo el año con las nubes. La lluvia bienhechora escurrirá en el seno de su consorte pura y de allí ha de salir un fruto mezclado del que todo emanará con gran potencia. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


El océano en la ligera espuma, entre los monstruos marinos y los caballos de dos pies, hizo salir de su sangre a la ondulante Dione de las aguas del mar. Ella como progenitora gobierna los sentidos y la mente haciendo penetrar su agudo espíritu con una fuerza misteriosa y por el cielo y por la tierra y por el mar sometido, derrama su virtud fecundante y hace que el mundo sepa los modos de engendrar. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


Ella con botones de flor pinta el año de púrpura y con el soplo de Favonio convierte en nudos prolíficos las yemas que revientan. Ella también con el vientecillo que queda en la noche riega las aguas vaporosas del brillante rocío. Mirad cómo lucen las lágrimas temblorosas próximas a caer. Cada gota, semejante a un mundo pequeño, lleva consigo su destino. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


Mirad cómo el carmín de las flores acusa su pureza. La humedad que los astros esparcen en las noches serenas, por la mañana cubre los tiernos botoncillos con un manto de rocío. Ella también mandó que en la mañana las frescas rosas virginales se desposaran. Por eso hizo la rosa de sangre Paphia y de besos de amor y de pimpolios y de flamas y de rayos de sol para que mañana ya casada no se avergüence de cumplir su único voto entregando los colores que tenía encubiertos con un manto de fuego. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


Ella, como diosa, estableció que las ninfas fueran al bosque acompañando a las doncellas. Apenas se puede creer que el Amor ande allí descansando y haya dejado sus flechas. ¡Valor, ninfas! Ya entregó las armas el Amor, hoy no trabaja. Está ordenado que no se lleven armas. El mandato es ir desnudos para que nadie haga daño con el arco, ni con las saetas, ni con el fuego. Ninfas, sed cautas sin embargo porque Cupido es bello y cuando el Amor está sin armas es cuando está mejor armado. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.

Venus, que por la nobleza se te iguala, ¡oh Diana!, envió a ti sus doncellas a decirte: una sola cosa te pedimos, ¡oh virgen Delia!, y es que ya no ensangrientes el bosque con la matanza de fieras para que extienda la sombra de sus árboles a las flores que nacen. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.

Ella misma quería suplicarte para vencer tu escrúpulo. Ella misma quería que te allegaras para ganar tu temor. Durante tres noches hubieras visto entonces los coros de fiesta andar agrupados por tus montes y coronados de flores entre las cabañas cubiertas de mirtos. Y ni Ceres, ni Baco, ni el dios de los poetas hubieran faltado de allí. Toda la noche se habría pasado sin dormir entonando este cántico: ¡Que Diana reine en las selvas y Delia se someta! Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


Mandó la diosa poner su tribunal entre las flores de Hybla y ella misma recibe allí las quejas a presencia de las Gracias. ¡Oh Hybla, ofrece tantas flores cuantas el año traiga! ¡Oh Hybla, que tu manto florido sea tan grande como las faldas del Etna! Vendrán las ninfas del campo y las del monte y las que habitan las selvas y los bosques y las fuentes. A todas mandó asistir la madre del alado niño y las previno contra las armas del amor desnudo. Ame mañana el que jamás ha amado y el que ha amado ame mañana.

Por ella también los hijos de Troya vinieron a ser latinos. Ella fue quien desposó a su hijo con la doncella de Laurento de donde los Ramnes y Quirites han salido y después la madre de Rómulo hasta llegar a César. Por ella salió del templo la virgen casta para ser de Marte y las bodas entre gente de Roma y de Sabinia ella las hizo. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.


La voluptuosidad se agita fecunda por los campos. Los campos se estremecen con la planta de Venus; y del mismo Amor, nacido de Dione, se dice que es hijo del campo. El campo lo engendraría pero ella lo recibió en su seno y enseñada por las flores supo hacerlo crecer con delicados besos. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.

¡Ea!, ya bajo los arbustos los toros enseñan sus dorsos. Cada uno parece escondido por convenio conyugal. Bajo la sombra, con sus machos, oíd cómo balan las ovejas. La diosa mandó a las aves que cantaran. Ya los cisnes juguetones llenan el estanque con sus roncos gritos y Filomela también canta bajo la sombra, para ti, pueblo de Tereo, para que sepas que una pasión puede ser melodiosa, y no digas que llora la suerte de su hermana con el marido cruel. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.

Ella canta y yo me callo. ¿Mi primavera vendrá algún día? ¿Cuándo seré como la golondrina y volveré a cantar? Por haber callado tanto murió mi Musa y Apolo me olvidó. Así también cuando callaron los habitantes de Amiclas, esta se perdió para siempre. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.



[1] Mariano Silva y Aceves, Un reino lejano. Narraciones, crónicas, poemas. FCE.

[2] La nave, mayo de 1916.

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