México, la perfecta mediocracia.

28 jun 2010

Las sociedades no zozobran siempre en el fango ni surcan siempre las más puras alturas; por el contrario, se intercalan ciclos de adormecimiento y despertar, de brillo y opacidad. Así lo demuestra la Grecia Clásica, que después de un siglo de esplendor veíase condenando a Sócrates, en confirmación de su decadencia. Roma sucumbió por sus propias conquistas.

Las naciones permanecen estancadas en un estadio de mediocracia,
[1] que caso de México, parece extenderse más de lo debido.

Las crisis son comunes y siguen a periodos de lucidez.






>>Es, empero -dice Ingenieros-,[2] fatal que los pueblos tengan largas intercadencias de encebadamiento. La historia no conoce un solo caso en que altos ideales trabajen con ritmo continuo la evolución de una raza. Hay horas de palingenesia y las hay de apatia, con vigilias y sueños, días y noches, primaveras y otoños, en cuyo alternarse infinito se divide la continuidad del tiempo.

En ciertos períodos la nación se aduerme dentro del país. El organismo vegeta; el espíritu se amodorra. Los apetitos acosan a los ideales, tornándose dominadores y agresivos. No hay astros en el horizonte ni oriflamas en los campanarios. Ningún clamor del pueblo se percibe; no resuena el eco de grandes voces animadoras. Todos se apiñan en torno de los manteles oficiales para alcanzar alguna migaja de la merienda. Es el clima de la mediocridad. Los estados tórnanse mediocracias, que los filólogos inexpresivos preferirían denominar "mesocracias".

Entra a la penumbra el culto por la verdad, el afán de admiración, la fe en creencias firmes, la exaltación de ideales, el desinterés, la abnegación, todo lo que está en el camino de la virtud y de la dignidad. En un mismo diapasón utilitario se templan todos los espíritus. Se habla por refranes, como discurría Panza; se cree por catecismos, como predicaba Tartufo; se vive de expedientes, como enseñó Gil Blas. Todo lo vulgar encuentra fervorosos adeptos en los que representan los intereses militantes; sus más encumbrados portavoces resultan esclavos en su clima. Son actores a quienes les está prohibido improvisar: de otro modo romperían el molde a que se ajustan las demás piezas del mosaico.


Platón, sin quererlo, al decir de la democracia: "es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos", definió la mediocracia. Han transcurrido siglos; la sentencia conserva su verdad. En la primera década del siglo XX se ha acentuado la decadencia moral de las clases gobernantes. En cada comarca, una facción de vividores detenta los engranajes del mecanismo oficial, excluyendo de su seno a cuantos desdeñan tener complicidad en sus empresas. Aquí son castas advenedizas, allí sindicatos industriales, acullá facciones de parlaembalde. Son gavillas y se titulan partidos. Intentan disfrazar con ideas su monopolio del Estado. Son bandoleros que buscan la encrucijada más impune para expoliar a la sociedad.

Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes; pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales. Donde todos pueden hablar, callan los ilustrados; los enriquecidos prefieren escuchar a los más viles embaidores. Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía. Eso es la mediocracia: los que nada saben creen decir lo que piensan, aunque cada uno sólo acierta a repetir dogmas o auspiciar voracidades. Esa chatura moral es más grave que la aclimatación de la tiranía; nadie puede volar donde todos se arrastran. Conviénese en llamar urbanidad a la hipocresía, distinción al amaricamiento, cultura a la timidez, tolerancia a la complicidad; la mentira proporciona estas denominaciones equívocas. Y los que así mienten son enemigos de sí mismos y de la patria, deshonrando en ella a sus padres y a sus hijos, carcomiendo la dignidad común.

En esos paréntesis de alcornocamiento aventúranse las mediocracias por senderos innobles. La obsesión de acumular tesoros materiales, o el torpe afán de usufructuarlos en la holganza, borra del espíritu colectivo todo rastro de ensueño. Los países dejan de ser patrias; cualquier ideal parece sospechoso. Los filósofos, los sabios y los artistas están de más; la pesadez de la atmósfera estorba a sus alas y dejan de volar. Su presencia mortifica a los traficantes, a todos los que trabajan por lucro, a los esclavos del ahorro o de la avaricia. Las cosas del espíritu son despreciadas; no siéndole propicio el clima, sus cultores son contados; no llegan a inquietar a las mediocracias; están proscritos dentro del país, que mata a fuego lento sus ideales, sin necesitar desterrarlos. Cada hombre queda preso entre mil sombras que lo rodean y lo paralizan.[3]

Siempre hay mediocres. Son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia. En las épocas de exaltación renovadora muéstranse humildes, son tolerados; nadie los nota, no osan inmiscuirse en nada. Cuando se entibian los ideales y se reemplaza lo cualitativo por lo cuantitativo, se empieza a contar con ellos. Apercíbense entonces de su número, se mancornan en grupos, se arrebañan en partidos. Crece su influencia en la justa medida en que el clima se atempera; el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al prestamista. La mediocridad se condensa, conviértese en sistema, es incontrastable.

Encúmbranse gañanes, pues no florecen genios: las creaciones y las profecías son imposibles si no están en el alma de la época. La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones. Tras una que ha realizado un gran esfuerzo, arrastrada o conmovida por un genio, la siguiente descansa y se dedica a vivir de glorias pasadas, conmemorándolas sin fe; las facciones dispútanse los manejos administrativos, compitiendo en manosear todos los ensueños. La mengua de éstos se disfraza con exceso de pompa y de palabras; acállase cualquier protesta dando participación en los festines; se proclaman las mejores intenciones y se practican bajezas abominables; se miente el arte; se miente la justicia; se miente el carácter. Todo se miente con la anuencia de todos; cada hombre pone precio a la complicidad, un precio razonable que oscila entre un empleo y una decoración.

Los gobernantes no crean tal estado de cosas y de espíritus: lo representan. Cuando las naciones dan en bajíos, alguna facción se apodera del engranaje constituido o reformado por hombres geniales. Florecen legisladores, pululan archivistas, cuéntanse los funcionarios por legiones: las leyes se multiplican, sin reforzar por ello su eficacia. Las ciencias conviértense en mecanismos oficiales, en institutos y academias donde jamás brota el genio y al talento mismo se le impide que brille: su presencia humillaría con la fuerza del contraste. Las artes tórnanse industrias patrocinadas por el Estado, reaccionario en sus gustos y adverso a toda previsión de nuevos ritmos o de nuevas formas; la imaginación de artistas y poetas parece aguzarse en descubrir las grietas del presupuesto y filtrarse por ellas. En tales épocas los astros no surgen. Huelgan: la sociedad no los necesita; bástale su cohorte de funcionarios. El nivel de los gobernantes desciende hasta marcar el cero; la mediocracia es una confabulación de los ceros contra las unidades. Cien políticos torpes juntos, no valen un estadista genial. Sumad diez ceros, cien, mil, todos los de las matemáticas, y no tendréis cantidad alguna, ni siquiera negativa. Los políticos sin ideal marcan el cero absoluto en el termómetro de la historia, conservándose limpios de infamia y virtud, equidistantes de Nerón y de Marco Aurelio.

Una apatía conservadora caracteriza a esos períodos; entíbiase la ansiedad de las cosas elevadas, prosperando a su contra el afán de los suntuosos formulismos. Los gobernantes que no piensan parecen prudentes; los que nada hacen titúlanse reposados; los que no roban resultan ejemplares. El concepto del mérito se torna negativo: las sombras son preferibles a los hombres. Se busca lo originalmente mediocre o lo mediocrizado por la senilidad. En vez de héroes, genios o santos, se reclama discretos administradores. Pero el estadista, el filósofo, el poeta, los que realizan, predican y cantan alguna parte de un ideal, están ausentes. Nada tienen que hacer.

La tiranía del clima es absoluta: nivelarse o sucumbir. La regla conoce pocas excepciones en la historia. Las mediocracias negaron siempre las virtudes, las bellezas, las grandezas dieron el veneno a Sócrates, el leño a Cristo, el puñal a César, el destierro a Dante, la cárcel a Galileo, el fuego a Bruno; y mientras escarnecían a esos hombres ejemplares, aplastándolos con su saña o armando contra ellos algún brazo enloquecido, ofrecían su servidumbre a gobernantes imbéciles o ponían su hombro para sostener las más torpes tiranías. A un precio: que éstas garantizaran a las clases hartas la tranquilidad necesaria para usufructuar sus privilegios.

En esas épocas de lenocinio la autoridad es fácil de ejercitar: las cortes se pueblan de serviles, de retóricos que parlotean pane lucrando, de aspirantes a algún bajalato, de pulchinelas en cuyas conciencias está siempre colgado el albarán ignominioso. Las mediocracias apuntálanse en los apetitos de los que ansían vivir de ellas y en el miedo de los que temen perder la pitanza. La indignidad civil es ley en esos climas. Todo hombre declina su personalidad al convertirse en funcionario: no lleva visible la cadena al pie, como el esclavo, pero la arrastra ocultamente, amarrada en su destino. Ciudadanos de una patria son los capaces de vivir por su esfuerzo, sin la cebada oficial. Cuando todo se sacrifica a ésta, sobreponiendo los apetitos a las aspiraciones, el sentido moral se degrada y la decadencia se aproxima. En vano se busca remedios en la glorificación del pasado. De ese atafagamiento los pueblos no despiertan loando lo que fue, sino sembrando el porvenir.>>





[1] Entendamos el concepto como lo define Ingenieros, como el imperio de la mediocridad; y no como el imperio mediático. Éste, incluso, podría ser parte de aquél.

[2] José Ingenieros, El hombre mediocre.

[3] Ingenieros diferencia entre hombres y sombras, ligando la mediocridad a las segundas y la excelencia a los primeros. "El hombre que piensa con su propia cabeza y la sombra que refleja los pensamientos ajenos parecen pertenecer a mundos distintos. Hombres y sombras: difieren como el cristal y la arcilla". Idem.

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Con permiso.

26 jun 2010

Problemas del subdesarrollo [1]

Monsieur Dupont te llama inculto,
porque ignoras cuál era el nieto
preferido de Víctor Hugo.

Herr Müller se ha puesto a gritar,
porque no sabes ¡el día
exacto en que murió Bismark!

Tu amigo Mr. Smith,
inglés o yanqui, yo no lo sé,
se subleva cuando escribes shell.
¡Parece que ahorras una ele,
y que además pronuncias chel!

Bueno ¿y qué?
Cuando te toque a ti,
mándales decir cacarajícara
y que dónde está el Aconcagua,
y que quién era Sucre,
y que en qué lugar de este planeta
murió Martí.

Un favor:
que te hablen siempre en español.




[1] Confusión y rectificación: tomado del blog de
Óscar Cortés Tapia; autoría de Nicolás Guillén.

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Querefón, el filósofo vampiro.

22 jun 2010

>>Querefón, amigo y discípulo de Sócrates, era un hombre joven y enfermizo, de tez pálida, que parecía medio muerto: vivía muy cerrado y no salía más que al atardecer, de donde le vino el sobrenombre de "murciélago">> [1]



[1] Francisco P. Samaranch, notas y preámbulos, Aristófanes, Las nubes.

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Degollados, mutilados, maniatados y otra suerte de ejecutados en México, afición sempiterna.

18 jun 2010

Han sido muchos los esfuerzos que en mancuerna con don Patricio de Carabassa hemos emprendido a finalidad de hacer reconocer que la constante derrama de sangre que azota al país aparentemente a partir del nuevo milenio, forma parte en realidad de la cultura mexicana y que contrario a ser nueva, es un resurgimiento de antiguas aficiones que se remontan a décadas pasadas y la prehispanidad, luego entonces parte fundamental de la cultura mexicana, y que como punto de unión entre contextos que diríanse diferentes está un rasgo peculiarísimo: la purificación.

Era de esperarse sin embargo, que nuestra iniciativa fuera condenada como en efecto lo es y hasta vista con horror como también lo es, en razón de ser conclusiones novísimas para una sociedad tan atrasada como es la actual. El error de quienes nos condenan está en vernos como insitadores, cuando no es la realidad la que nace de nuestros análisis, sino que ellos brotan de la misma. Como retratistas, sólo plasmamos lo real con toda devoción e imparcialidad posible.

Con esto no pretendemos negar la gravedad del violento discurrir nacional contemporáneo, por el contrario, lo apercibimos preocupante. Con Don Patricio de Carabassa pretendemos, más bien, combatir la idea que predica la unilateralidad de las ejecuciones como fruto del germen de la avaricia y la inmoralidad, a ser mermado luego con el militarismo. Nuestro aserto es, que lejos de ser esto, es un rasgo socio-cultural histórico mexicano. [1]

Aquí el análisis que elaboran Patricio de Carabassa y Martín A. Kokstlev:


Yertopán México, mayo de 2010.


" En recientes fechas se ha visto en la zona norte del Estado de Guerrero un descubrir de decenas de muertos y morir a otros tantos. Taxco, asimilando apenas el hallazgo de 77 personas ejecutadas depositadas en una mina, ve sumarse a su mancha sangrienta 15 caídos más causa de un enfrentamiento con el ejército en la zona urbana de la ciudad; 92 en total, casi el ciento. Cifra espeluznante. Una hora al sur, en Iguala, se suceden constantes resurgimientos de identidad nacional, o lo mismo, ejecuciones; una de las últimas baste para ilustrar, se acompañaba de un mensaje intimidatorio hacia los igualtecos, invitando -sí, porque se invita- a no llevar a cabo denuncias 'anónimas' a riesgo de quien lo tome, de verse terminados en condiciones similares a quien en determinado momento así lo hizo, y al cual entonces nos regresaban mutilado en una mano y ya con la misma dentro de su boca.

Teloloapan, una hora al occidente de Iguala, ha vivido también este tipo de episodios. Enfrentamientos en la ciudad y ejecuciones en sus alrededores son constantes; Teloloapan puede considerarse como una puerta a la Sierra Madre y como punto de unión entre ésta y las vías de distribución de los productos dados en la misma.[2] Apaxtla, una hora al sur de esta ciudad y en los límites de sus municipalidades, ya en plena serranía, ha sido sitio de iguales tragedias: pueden contarse 17 decesos violentos en dos días intercadentes, pedagogos de por medio. A otra hora, ahora al occidente de Teloloapan, está Arcelia, y con ella también Tierra Caliente, región que por sí misma, es historia y tema aparte.

El resto de regiones en el estado, como en el país, observan situaciones similares.

Todo esto, ciertamente es espantoso, empero, no es nuevo ni surge ahora. Es, mejor, un resurgimiento de características reprimidas pero latentes de la sociedad mexicana. Basta recordar y remontarnos más allá de la historia moderna, de los 60's y 70's, incluso de revolución e independencia; anterior también a la hispanización y de Cisteil.

Vayamos hasta la civilización Mexica, que dada su grandeza da nombre a una nación, y donde también se tenía la asiduidad de ejecutar a personas como ofrenda primero al añejo Tezcatlipoca y como prevención de un desastroso quinto ciclo o quinto sol después. Puesto que intentaban congraciarse con el Sol ofreciendo sacrificios, necesitaban sangre humana, ¿eran capaces los nobles de sacrificar a los propios mexicas? Sí, y tal se demuestra en etapa de la conquista cuando Moctezuma Xocoyotzin, ordenó traer de Nautla a Cuauhpopoca, que se había rebelado contra los españoles y cortado la cabeza a uno de ellos; ya traído Cuauhpopoca a Tenochtitlán, lo entregó a Cortés, que junto con otros del ejército de aquél, fueron mandados quemar vivos en presencia de la población tenochtitleca.

(Tal era la sorpresa, temor o devoción[3] de Moctezuma, que los de su reino viéndolo sometido y en favor de los invasores, se volvieron contra él en mando de la figura soberbia de Cuauhtémoc, coterráneo de Ixcateopan[4], lugar ubicado a una hora al occidente de Taxco y a otra al septentrión de Teloloapan.)

Sin embargo, en cuanto sacrificios, se proveían principalmente de prisioneros de guerra. Si la guerra fue siempre importante en los mexicas, es fácil imaginar la relevancia tomada ante la idea de un quinto sol que exigía un aumento en las ofrendas.

Los prisioneros que eran traídos de lugares lejanos y ajenos a Tenochtitlán, semejantes a los presos actuales en cuanto que deshumanizados y cosificados, meros objetos de sacrificio, hallan con nuestra realidad precisamente esa similitud: sacrificio y purificación, expiación y lavamiento. ¿Qué mejor que para expiar las culpas de una sociedad pútrida que el reducido a nada, que el que nada vale? En aras de menguar las fuentes de sus temores y de la tranquilidad que esto brinda, los mexicas nada se diferencian de sus herederos, la sociedad actual: una desviada forma de concebirse y concebir de los mexicas tenida como axiomática y que no era repensada, llevaba primero a la desvalorización de lo diferente y posteriormente a su sacrificio como benefacción social; que es completamente similar al pensamiento contemporáneo y su anacrónica concepción de la justicia, en la que una muerte justifica a la otra y donde precisamente la muerte de estos presuntos delincuentes, viene a lavar los culpas de una sociedad, a purificarla, a deshenchir los pechos ávidos de esa justicia sangrienta, sinónimo según tal concepción de lo correcto y que luego en similitud con los mexicas, se espera ha de otorgar bienestar social.

Los mexicas nunca se pensaron en posibilidad de ser prisioneros de guerra de los propios mexicas, como no espera serlo el que condena al condenado. Esta distancia de pensarse invulnerable, conjugada con una sociedad en decadencia, encuentra en los seres invisibles los candidatos perfectos para ofrendar y la forma perfecta de exculparse y de engañarse. [5]

Sin embargo, no es éste el espacio para juzgar la historia y sí sería muy injusto ser demasiado severo con ella. Por ello mismo, hablamos de reconocer este rasgo nacional y de ser posible, protegerlo institucionalmente. El Instituto Nacional de Antropología e Historia, a decir, ya ha mostrado interés al respecto.

Regresando al tenor de los prisioneros de guerra de que se servían los mexicas -precisamente de la guerra florida-, habrá que recordar, que Teloloapan, mucho antes de la presencia documentada de la guerrilla en el siglo XX, y aún de su protagonismo en la independencia de México, ya era un pueblo bravío desde la prehispanidad, pues durante el reinado de Ahuízotl, se rebeló a la par de otros pueblos de la nación Chontal como Oztuma, contra el yugo de los aztecas; esto tristemente sirvió para mostrar la aficición cultural por la carnicería que perdura hasta nuestros días que desencadenó así mismo una de las más crueles matanzas que haya realizado el imperio mexica, pues estos con fin de apaciguar las insurrecciones chontales, llegaron a Teloloapan y asesinaron a niños, hombres y mujeres sin excepción, con saldo en la región de más de 40 000 muertos, además de otros miles que tomados prisioneros, fueron llevados a Tenochtitlán para ser sacrificados.

Por supuesto, para considerar las ejecuciones como un rasgo socio-cultural histórico mexicano, la afición por ellas no se restringe sólo a la cultura mexica, sino que por el contrario, es característica en otras culturas que le antecedieron.

Todavía en el horizonte histórico, se desarrolló la cultura tolteca, que también hacía sacrificios al dios Tezcatlipoca; el segundo Imperio Maya por el mismo horizonte también vino aumentando su número de sacrificados. Y ya muchos siglos antes, en el horizonte clásico y preclásico, Teotihuacán sacrificaba maniatados lo mismo que Monte Albán y la cultura zapoteca, que con sus danzantes -que en realidad no son danzantes sino mutilados y torturados- tallados en piedra, mandaba un mensaje de terror a quienes a su sometimiento opusieran resistencia.

Pese a todo esto, no hay que cometer la liviandad de juzgar bárbaras a las civilizaciones prehispánicas. Es cierto que como toda sociedad presentaron algunas características horrorosas, mas no se puede desacreditar de inmediato ni generalizar a los hombres. La misma Grecia cometía sacrificios y no estaba toda a las alturas de Sócrates, que al igual que Ce Ácatl Topiltzin en mesoamérica, representaba una reducidísima minoría.

Un error frecuente es juzgar menos capaces a las sociedades precolombinas por hallarse en un mismo siglo, con menos adelantos tecnológicos que un Viejo Mundo ya revolucionado; la comparación sin embargo es injusta y ventajosa, pues los atrasos tecnológicos (veremos que no intelectuales) son comprensiblemente naturales, si consideramos el hecho de que estas sociedades tuvieran que reiniciar todo el proceso de sedentarización y civilización en apenas 20 000 años, mientras que quienes permanecieron en el viejo mundo, contaron con la ventaja que les había otorgado el conocimiento secular, y cuando éstos se sedentarizaban, aquéllos que habitaban tierras nuevas, comenzaban el ciclo desde el salvajismo.

Y si bien en Tenochtitlán y Tula se practicaron sacrificios humanos, ciertamente la idea de llevarlos a cabo no era una generalidad.
La nación tolteca si por una parte adoraba a Tezcatlipoca, por otra parte lo hacía a Quetzalcóatl, antagonismo que los llevó a dividirse. Es entonces ahí que emerge Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, soberano promotor de las artes, la civilidad y la cultura, promotor también de una reforma religiosa que pretendía desusar los sacrificios. Tales actos sin embargo le valieron ser traicionado y desterrado, acontecimiento que lejos de opacar sus brillos, dio pie a otro florecimiento cultural: el renacimiento del segundo Imperio Maya, pues Topiltzin Quetzalcóatl había emigrado con otro grupo de nonoalcas, al oriente mesoamericano, a la península de Yucatán, donde entre los mayas fue conocido como Kukulkán y donde vino a inyectar pensamientos frescos a una cultura milenaria como la maya, suceso que ayudó a su corto renacimiento[6]; en la península, Ce Ácatl fundó la ciudad maya-mexicana de Mayapán, en la que no reinó pero por la cual abogó una triple alianza con las ciudades de Uxmal y Chichén Itzá, para posteriormente retirarse y dejar el poder en manos mayas. Levantó además un monumento cerca de Champotón con la intención de ver perpetuada su memoria.

Ce Ácatl "regresó por donde vino", y haciendo la promesa de retornar para reconquistar su reino perdido, se adentró al mar del Golfo en una balsa, para luego prenderse fuego.[7]

Netzahualcóyotl, el poeta soberano de Texcoco, es también una referencia básica del genio precolombino. En la misma línea, no podemos dejar de mencionar al Primer Imperio Maya[8] y sus conocimientos astronómicos y matemáticos, que les llevó a tener un calendario "cuya exactitud era superior al que se usaba en Europa a la llegada de los españoles".[9]

Como todas sociedades sin duda, las sociedades prehispánicas estuvieron llenas de luces y de sombras.

En pos de resaltar estas virtudes, enviamos las respectivas propuestas de rescate cultural y en vista de tal riqueza extendida a la contemporaneidad, proponemos algunas rutas de turismo cultural.

Ruta de reconocimiento histórico-cultural Taxco-Apaxtla-Teloloapan (o Ruta Paalen-Cuauhtémoc-Imperio Mexicano):

1.- Taxco de Alarcón

A) Taxco, como punto de partida, aparte de sus ya consabidas atracciones turísticas, sumará a ella ahora la Hacienda San Francisco Cuadra y su Mina la Concha, como lugar de rescate de la práctica ceremonial prehispánica, que alentará a los visitantes a valorar con la seriedad debida las ejecuciones en su generalidad, además de no demeritar las muertes de cada uno de los 77 desdichados que ahí perecieron, tomando la consciencia de ser éstas en pos de la seguridad social.

A.A) La Hacienda San Francisco Cuadra, tiene en su haber un menú completo, y ya era casi obligación antes de las fosas clandestinas, visitarla si se iba a Taxco, pues hay que recordar que hace medio siglo, se hospedó ahí Wolfgang Paalen, pintor, teórico y filósofo de origen austriaco que no sin antes dejar nota y cuenta saldada, se suicidó pegándose un tiro luego de vagar por los alrededores del hotel. [10]

B) La colonia Bermeja de Taxco, con sus 15 fenecidos, ayudará a la culturización y conscientización de los turistas.

2.- Iguala de la independencia

A) Punto de referencia de la brutalidad criminal, Ciudad Industrial, visita indispensable.

B) Batallón de infantería No. 27, hacedores de masacres contemporáneas a similitud de las prehispánicas; junto con el INAH analizamos si declararlo batallón protegido y se prevé elevarlo a rango de patrimonio cultural de la humanidad.

C) Consolidación de independencia, nacimiento del primer Imperio Mexicano post-hispánico.

D) Se seguirá la ruta de los olmecas preclásicos-arqueológicos, empezando con Iguala, siguiendo a Teloloapan y culminando en Oxtotitlán.

3.- Ixcateopan de Cuauhtémoc

A) Cuna del último soberano azteca, Cuauhtémoc. [11]

4.- Teloloapan

A) Evitando retornar hacia la vía federal, se emprenderá un entretenido e ilustrativo trayecto por un camino de terracería camuflado a la salidad de Ixcateopan dirección a Tierra Blanca, Teloloapan, que esquematizará cómo las rutas del narcotráfico salvan peligros de vías federales.

B) En Teloloapan, se hará un tour por diversos puntos de enfrentamientos, dejando al turista haga propios razonamientos y conclusiones en cuanto a éstos y sus relaciones y similitudes de forma con el exterminio de guerrilleros, de chontales y sacrificios ceremoniales.

C) Se visitarán comercios al azar, con el propósito de que los comerciantes narren a propia voz, las extorsiones, amenazas y vejaciones[12] a que someten Los Pelones, y recientemente la Familia Michoacana. Experiencia folclórica enriquecedora, narrable de generación en generación.

D) Al día siguiente se partirá rumbo a Acatempan, célebre por el acuerdo ahí pactado como fin de la larga guerra independentista. Nace pues desde ahí, el imperio independiente, y México alcanza la mayor extensión territorial en su historia. Los turistas embelesados, apenas tendrán tiempo de relacionarlo con su anterior visita a Iguala y hacer algunas elucubraciones.

E)
Se partirá inmediatamente a Oxtotitlán, donde podrán subir hasta la Cueva del Diablo, donde no sólo hay pinturas rupestres del período olmeca-preclásico sino que será la culminación de ruta harto ilustrativa a semejanza de las propiamente emprendidas por la cultura madre mesoamericana, a la que seguimos desde Iguala y Teloloapan.

E.A) La cueva del Diablo, es también sitio de la última batalla por la independencia de México. Ofrece pues así, un menú completo. Los turistas no hallarán palabra para expresar su entusiasmo.

Teloloapan- Apaxtla

F) Cerca de Oxtotitlán, camino a Tlanipatlán, en los límites de las municipalidades de Apaxtla y Teloloapan, se visitará otra zona de combate, con la diferencia de ser éstas recientes y donde en dos hechos distintos, se ejecutaron 9 personas, a guisa de la Tenochtitlán Azteca. Los turistas podrán establecer con la ejecución en el punto de 6 maestros, semejanzas con el destierro de los nonoalcas de Topiltzin.

5.- Apaxtla.

A) Se visitarán sembradíos de marihuana y amapola, a fin de entender y experimentar de cerca el complejo fenómeno del narcotráfico. Como puede verse, es un recorrido turístico sin precedentes, del más alto nivel para los cultivados más exigentes, apenas equiparable con los principales destinos turísticos del mundo.

Esperamos sinceramente nuestra propuesta sea bien acogida por la sociedad y en razón de su éxito, extenderemos el proyecto a otras regiones del país según sus singularidades y características propias.

Por el reconocimiento de la importancia histórica cultural del continuo asesinar, signan:

Patricio de Carabassa.


Martín A. Kokstlev.






[1].- Hemos discutido a profundidad si por ser ésta característica secular mexicana, debemos exigir se incluya dentro del patrimonio nacional, estableciendo leyes que permitan su continuidad. Mientras que Don Patricio de Carabassa, gran historiador, ha acreditado esta postura considerándola reminiscencia de incalculable valor, me he opuesto por razones de elemental humanidad. Sin embargo, nada he podido contra uno de sus argumentos: la fiesta taurina.

Carabassa considera que si la fiesta taurina pese a su inhumanidad y brutalidad permanece vigente en México a justificación de ser una reminiscencia tradicional, no hay razón para que las degolladuras y ejecuciones deban condenarse y coaccionar a sus hacedores, si consideramos su práctica antiquísima y sobrevivencia milenaria.

[2].- Conocida zona productora de marihuana y amapola. Si consideramos que prácticamente todo pueblo aporta la mímina cantidad de cabezas productoras, debe entenderse como un problema social más que policial.

[3].- Los aztecas creían en la vuelta de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, personaje deificado ilustre que trataremos más adelante.

[4].- Sus restos son supuestamente falsos.

[5].- Esto explica que contra la inseguridad en el México actual se sigan fórmulas simples y superficiales que satisfacen y promueven las concepciones carniceras de una sociedad generalmente básica.

[6].- En el horizonte histórico, antesala de la conquista española.

[7].- Véase la nota 3.

[8].- Del 100 A.C al 800 D.C.

[9].- Ciro E. Gonzáles Blackaller y L. Guevara Ramírez, Síntesis de la historia de México. (Cabe tomar en consideración, que los mayas hacían uso de este calendario casi mil años antes de la llegada de los españoles).

[10].- Wolfgang Paalen arribó a México huyendo de la segunda guerra mundial, por invitación de Frida Kahlo y Diego Rivera, lo acompañó Alice Rahon, esposa y también pintora; amigo íntimo de Bretón y otros artistas de la época, retorna a Europa al finalizar la guerra; más tarde vuelve a México de donde no se irá jamás.

[11].- Véase la nota 4.

[12].- Es real la coacción que en Teloloapan sufren comerciantes y demás en extorsiones y amenazas, de estas agrupaciones culturales remiscentes aztecas. La matanza de los 40 000 chontales, parece aflorar en un recuerdo inconsciente y los habitantes, no hallan más que someterse a riesgo de correr iguales suertes.

Posteriormente, se acompañará de anécdotas sobre los sucesos violentos en el centro y colonias de Teloloapan, de relación con la violencia.

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El Dios incompatible, el Dios desconocido.

14 jun 2010

Ayer mientras caminaba por el mercado, fingiendo buscar algo y haciendo paso preocupado, encontré una hoja tirada que parecía abandonada; la leí y así decía:

"Fui como todos, lo sigo siendo; sin embargo, con el tiempo idea y pensamiento, ya uno ya otro, se apartan. De familia heredé el Dios. Infante, lo acepté entonces; puberto, lo desprecié después, con el encono característico del ateísta joven -impertinente en consecuencia, dice Platón-y que en la magia de un nuevo descubrimiento, del derrumbamiento del otrora sustento, impide ver en la propia conducta el dogmatismo que la empresa dice combatir y que en esa ilusión inocente y sincera ansía modificar y revolucionar el mundo todo.

"Pero la convicción no fue duradera, y poco después, me hallé en desprecio del ateísmo y sin serlo, coincidí con el agnosticismo. Me alejé ha poco. Por la misma época que decidí en el tema apartarme de toda clasificación, mi pensamiento encontró nuevas dudas. ¿Debía existir Dios? Sí, debía. El universo, todo, necesitaba razón alguna, dable ésta sólo por Dios o el Absoluto (o por lo que se le llame o no se llame), o en caso contrario, no necesitarla y ser todo una simple sin razón -¿por qué debería tener razón alguna?

"Frente a la dicotomía seguía la duda, mas, ¿es factible que un todo sin razón sea armonioso tal cual es, o que la casualidad tenga el grado de constante y armonía? En vista de que justificar la existencia con el absurdo era inviable, sólo quedaba Dios.

"¿Pero cuál Dios? El Dios cristiano, imposible. Un Dios omnipresente, caritativo como el cristiano, que lo es y lo abarca todo, ¿cómo es compatible siquiera con la existencia del mal? Si aceptamos la maldad negamos al dios cristiano, puesto que necesariamente el mal, al existir, debe existir en espacio alguno y éste no podría ser en Dios sino fuera de Dios, puesto que recordemos, Dios es sólo amor; ¿dónde quedaría el mal? Necesariamente fuera de Dios, y si hay algo que Dios no abarca, no es Todo, no es omnipresente ni omnipotente y deja de ser en consecuencia el Dios cristiano.

"San Agustín trata este problema. Lo resuelve diciendo que en realidad todo es Bien, y que el Mal no existe, sino que es relativo, no-ser o ausencia de ser.

"Sea cual fuere su denominación, la razón exige una causa primaria. ¿Cómo del no ser se pasó al ser? Imposible por sí mismo dado que no ser, y la causa siendo causa, no pudo ser casual.

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