Apología del futbol.

17 jul 2010


Las cafeterías preparatorianas suelen ser cuando más, un espacio confortable para recreo y solaz de los estudiantes, o por otro lado un acogedor lugar de deglución, y las menos veces hasta ambos. Sin embargo, jamás se supo de una como ésta, maguer abunden eruditos y expertos en la materia que de haberlo hecho ya habrían pregonado su descubrimiento, por lo que debo considerarme descubridor de una nueva división en cuanto a cafeterías preparatorianas se refiere.

La diferencia y mi mérito estriban en que aquí, como en ninguna otra, pueden verse no sin gozo, las camarillas de estudiantes y no, que discuten con trato solemne las más elevadas cuestiones del espíritu, apenas imaginables por el vulgo y de obligación para todo ser cultivado. En tanto que el deporte, rayano en lo indigno, por ser casi salvaje, no ocupa sus vidas y si acaso las ocupa ha de ser el que menos se acerque a la diversión del profano. El futbol, se entiende, no halla aquí partidarios.

Entre tan insigne concurrencia, me sorprendió la presentación hoy todavía temprano de mi viejo y garboso conocido Lucio Rubén, que sin yo saberlo por mi afición a la impuntualidad, había dado una magna conferencia bien temprano sobre la imperatividad de la culturización del pueblo, que por tan elocuente y consonante con el sentir general de su auditorio, le mereció el aplauso y elogio de los mismos aun fuera de él, por lo que ya habiéndonos saludado tuvimos que posponer la ansiada charla sobre los asuntos del otro dado que mis compañeros de henchidos como estaban no querían parar de lisonjearlo y algunos, los más locuaces, pidieron lugar entre nosotros.

Comenzó entonces uno de ellos un discurso que los otros siguieron con sus observaciones, y así mientras tragábamos oíamosles lanzar anatemas al vulgo y a las aficiones populares, que no quise insinuarlo, se antojaba similar a los miles que ya existen y que eschucharlos es naturalmente ya martirio. En su oportunidad, hizo menoscabo del futbol, y luego meliorativo un panegírico de la
cultura.

Por fortuna, Lucio le interrumpió y cuando esperaba aquél de éste la ansiada aprobación, dijo así mi amigo:

"Debo decir que la motivación de mi discurso no pretende ni el encono ni el parcialismo. Muy por el contrario, creo en el acerto de que todo hombre al que verdaderamente interese la cultura, no puede dejar de valorar todos los fenómenos que la misma nos presenta, en cuanto que son parte de ella, más allá de no encontrar con los mismos simpatía personal.

"No considero, ni por un momento, al deporte, verbigracia el futbol, sinónimo del salvajismo. Si Ud. pusiera atención, hallaría en esta actividad lúdica singularidades de gran interés, fuera de la apreciación somera y superficial del displicente prejuicioso. El futbol como ninguna sala de psicoanálisis, nos muestra con suma facilidad la real cara del aficionado. ¿No es esto señal de que halla allí liberación aquel hombre probo y circunspecto como es en su aprisionar diario, mientras se desfigura mostrándose casi inconscientemente? ¿No es ése un mérito
per se?

"Por otro lado, el futbol ayuda al reconocimiento como parte del clan, de la tribu y del grupo; fácil es ver al hombre ataviado con lo más folclórico del terruño.

"Sé, que increpará alguno que no puede haber parangón ni mezcla entre los ejercicios brutos y los ejercicios intelectuales, pero nada hay más equivocado y tales son sólo pretensiones de las poses y es incomprensible que prejuicios de tal magnitud se hayan prolongado hasta nuestros días cuando fueron desmentidos hace tanto.


"Ha sido siempre - "decía Papini- creencia de los hombres que política, moral, religión, arte, son manifestaciones superiores del espíritu, desvinculadas de la bolsa y del vientre; llega entonces un hebreo de Tréveris, Marx, y demuestra que todas aquellas idealísimas cosas proceden del barro y del estiércol de la baja economía.
[1] Ejem.

"Cuerpo y espíritu pueden ver Uds., están íntimamente ligados y no hay razón en consecuencia para avergonzarse de las actividades propias a nuestra naturaleza.


"Además, digamos con Villoro
[2] que para conocer a una sociedad es preciso conocer sus aficiones, ya Grecia, ya Roma, ya Mesoamérica, por lo que sería errado negar lo valioso de las mismas. En fin, que los deportes y mejor los de gran predicamento como el futbol, son indispensables para la sociedad y de insoslayable análisis para el estudioso. ¿Por qué sino reconociendo su importancia llamó así Platón a su gimnasia y Eurípides compuso la oda triunfal a Alcibíades, vencedor de las justas olímpicas?

"¿No fue además hasta que maniqueísmos de lado, surgen las grandes filosofías agrupadoras de Aristóteles, Santo Tomás, Kant y Hegel?


"La cultura finalmente engloba todo y nada puede sustraerse pues todo se halla unido y relacionado, maguer los maniqueístas nieguen esta conciliación al tiempo que dan gritos al cielo.

Hasta aquí presté oído a sus palabras, pues pronto fui llamado por mis maestros para realizar labores de mayor provecho que las vulgares charlas de cafetería.






[1] Giovanni Papini, Gog. Las ideas de Benrubi.

[2] Juan Villoro.

0 comentarios:

Seguidores

.

.

.

  © Blogger template Writer's Blog by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP