La desgracia de ser feo, confesiones.

18 jul 2010

"Ningún ser puede amarme, porque nada hay en mí de simpático ni de dulce", sentencia en la Clemencia de Altamirano el epígrafe de Hoffmann.

Altamirano parece transmitir continuamente en alguno de sus personajes, siempre los más gloriosos -ya Fernando Valle, ya Nicolás-, las propias penas que debió experimentar el joven Altamirano que de tipo indígena no poseía ni la gracia ni las cualidades del Efebo.


Dice de Fernando Valle que "este joven tenía aspecto repugnante y, en efecto, era antipático para todo el mundo" pese a sus múltiples cualidades que pasaban a segundo término bajo la siempre superficial mirada - ¿no está limitado el ojo a observar las puras superficies?- de sus iguales.

En esto Altamirano coincide con Papini, el cual nos deja un párrafo de sus confesiones ciertamente doloroso[1]: "Yo era feo y estaba mal vestido. Con el rostro pálido tenía el aspecto severo del descontento: sentía que nadie me amaba y que nadie podía amarme. El que me miraba, me despreciaba al pasar con todo su ser; algunos se daban vuelta para echar un vistazo al solitario que acababa de desaparecer y se burlaban. Las jóvenes hermosas, sobre todo, de trajes blancos y rojos, de rostro moreno y dientes brillantes, eran especialmente las más crueles: a menudo yo escuchaba a mis espaldas sus risas sonoras. Tal vez no era de mí de quien reían; pero en esos momentos yo estaba seguro y lo sufría."[2]

Hojas más adelante Papini narra cómo se erguía sabedor de su genio[3], "levantaba la cabeza, mi pecho se dilataba y mis ojos miraban con odio y con orgullo los rostros que desfilaban a mi lado. Me sentía otro hombre y quizá en ese momento llegaba a parecer hermoso".

También en esto Papini coincide con los personajes de Altamirano y el propio Altamirano, que ante todo se conservan siempre dignos.


Adenda: Quizá la entrada nace con la identificación, y la intención de externación de las propias desgracias.



[1] Paráfrasis de Aníbal Ponce (sobre Papini).

[2] Giovanni Papini,
Un hombre acabado.

[3] "Soy pequeño, feo y pobre, pero tengo un alma, y esa alma lanzará tales gritos que todo el mundo tendrá que mirarme y escucharme. Yo haré, crearé, seré más grande que los grandes, mientras los demás continuarán comiendo, durmiendo, paseándose como hoy... Cuando yo pase, en cambio, todos me contemplarán, las hermosas tendrán una mirada para mí, las jóvenes burlonas me tomarán las manos, y los hombres serios se descubrirán respetuosamente, teniendo muy en alto su sombrero, cuando sea yo el que pase, yo el grande hombre, el genio, el héroe." Idem.



1 comentarios:

Don Beto 19 de julio de 2010, 21:40  

"Ningún ser puede amarme, porque nada hay en mí de simpático ni de dulce". Ese tipo de frases me fascinan.

Tienes un blog muy interesante, te felicito, he pasado un buen rato leyendo tus artículos.

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