Narices.

24 sept 2010

Venía yo enojado porque Guminda me acariciaba las orejas menos que antes, cuando me hallé andando detrás de dos tipos.

- Te digo que las narices no deben ser ultrajadas nunca - decía uno.
- Yo sostengo que sí, ¡eres un anticuado! - decía el otro.
- Las narices marcan la gloria, por ir delante de nosotros. Además recortarlas va contra la patria- sentenció el primero.
- ¿La patria? ¿Y tendrás la amabilidad de explicarme por qué? ¡El nacionalismo es un concepto importado!- gruñó el segundo.
- ¡Los cánones estéticos también son importados! ¡La rinoplastia es importada! Los antiguos mexicanos no... - y cuando éste se daba aires de pensador metaestético se carcajeó el otro mientras gritaba desaforadamente "¡te he ganado!, ¡te he ganado!", y agregaba:

- Los antiguos mexicanos eran expertos cirujanos. Rinoplásticos sobre todo. Cuando se les caían las narices en la guerra, les eran reemplazadas por otras, escojidas entre una gran variedad de tamaños, según sus facciones...

Entonces me fui adonde caminaba la muchacha que acababa de lanzarme unas miradas, y no supe más de discusión tan agradable.

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